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miércoles, 26 de marzo de 2008

¿Por qué nos cuesta tanto hablar inglés? Por Ana Pantaleoni



¿Qué es un español? Alguien que se pasa su vida aprendiendo inglés. Y, se podría añadir, que nunca lo aprende. Búlgaros, húngaros y turcos son los únicos que alegan hablar menos inglés que los españoles. El 65% de los españoles reconoce que no es capaz de hablar, ni de leer ni de escribir en ese idioma. ¿Por qué lo hablamos tan mal?

Es cierto que se trata de un problema arrastrado. La dictadura de Franco cerró las fronteras al inglés durante 40 años, se centró en la defensa del español y España se convirtió así en un país acostumbrado a ver cine doblado. En la actualidad, el dominio del inglés sigue siendo uno de los factores educativos que más marca la diferencia entre unas clases sociales y otras, de ahí el énfasis en los últimos años en que los colegios públicos sean bilingües o, como ha propuesto CiU, la necesidad de que los colegios impartan algunas asignaturas en inglés para dar una solución a esta situación que afecte a todos por igual.

"El verdadero problema es que, si miras las estadísticas, el porcentaje no se ha movido a través de los años", dice Ramon Aspa, director ejecutivo de la escuela de idiomas de Esade. Los datos son chocantes. El 70% de los españoles reconoce que el inglés es importante o muy importante, pero sólo el 4% lo estudia, según la consultora Ipsos para la editorial Océano. El informe revela que el 17% lee correctamente este idioma, el 14% lo entiende cuando lo escucha y el 11% asegura hablarlo bien. Mientras España enmudecía, otros tomaban ventaja como Portugal y Grecia, que se adaptan lingüísticamente a la ampliación de la Unión Europea, y con ello a la importancia del inglés como lengua franca. "Es el latín del siglo XXI", observa Aspa, que no tira la toalla: ¿Por qué los telediarios no nos dejan oír la voz de Obama? ¿En lugar de doblar no se puede subtitular?".

También es verdad que nos podemos refugiar en la excusa del "peor son ellos" para los idiomas. "Nosotros hablamos mejor inglés de lo que los ingleses hablan español", apunta el académico Álvaro Pombo. Y hay buenos ejemplos, como los roqueros españoles de Dover, que componen y cantan en el idioma de Shakespeare. Amparo Llanos, guitarrista y una de las voces de Dover, aprendió estudiando un año en Estados Unidos. "Simplemente elegimos este idioma porque nos apetecía, nos sentimos más cómodos", dice. Cada vez más, los españoles necesitan el inglés para trabajar. Javier viajó hace 40 años a Inglaterra, donde pasó tres veranos recogiendo fresas y sirviendo cafés hasta que su nivel fue aceptable. Marta, hija de Javier, también eligió ese camino: "Aunque recibí clases durante tres años, terminé el bachillerato sin ser capaz de mantener una conversación básica, redactar una carta o leer un periódico". En Escocia vivió y trabajó, y en un año saldó su deuda. "Allí conocí a decenas y decenas de españoles que habían venido a buscar lo mismo que yo. Eso demuestra que la educación española tiene un problema".

Un problema no: dos. Porque la inversión, sobre todo privada, de las familias, en este idioma, mueve millones. El pasado año 105.000 españoles viajaron al exterior para seguir algún curso de idiomas. El 94% estudió inglés y el 65% de ellos era menor de edad. Otros 45.000 se marcharon con una beca del Ministerio de Educación y Ciencia. La mayoría se trasladó a Gran Bretaña e Irlanda, según la Asociación Española de Promotores de Cursos en el Extranjero (ASEPROCE), cuyo volumen de negocio asciende a los 300 millones de euros. Un paquete de cuatro semanas en el extranjero cuesta entre 2.500 y 3.000 euros. "Somos en Europa los que más exportamos con afán académico", subraya su presidente Juan Manuel Elizalde. "Los informes europeos nos ponen a la cola en inglés, pese a que somos uno de los países que más invierte en el sector público y privado".

España, siendo la octava economía del planeta, suspende en inglés, aunque más justo sería decir que suspende en un segundo idioma. Ni ingleses, ni norteamericanos son unos cracks en otro idioma. Hay una teoría: los países con lenguas que cuentan con un gran número de hablantes, como Francia e Inglaterra no sienten la necesidad de aprender otros idiomas. Lo seguro científicamente es que el español no tiene un cromosoma perdido que le impida hablar inglés con corrección.

El secretario general del Ministerio de Educación, Alejandro Tiana, confirma la tesis. Tener una primera lengua fuerte hace que sus hablantes soporten menos presión para aprender otros idiomas. "En España, el dominio del inglés todavía es insuficiente. El sistema educativo no le ha dado tradicionalmente una gran importancia a las lenguas extranjeras. Aunque peores que nosotros son los ingleses", explica Tiana. Desde este año, los niños españoles estudian inglés desde 1º de primaria, es decir, con seis años. Y a partir de 2009 la introducción de la lengua extranjera se extenderá al final de la educación infantil.

No hay una edad ideal para empezar a aprender un idioma, sino un análisis de las características de cada país y una decisión que implique a todos. "Existe la evidencia de que empezar a una edad temprana el aprendizaje de aspectos centrales, como la gramática y la pronunciación, es muy importante", afirma la investigadora Nuria Sebastián.

Algunas escuelas españolas ya se han apuntado al inglés en serio y ofrecen asignaturas en ese idioma. Los niños no estudian Naturaleza sino Science. Y no pasa nada. Bueno, nada, nada... Es necesario hacer hincapié en la formación de los profesores. Desde 1996, el British Council colabora con el ministerio y las comunidades para desarrollar un currículo integrado de español-inglés. Ya hay 26.000 jóvenes que siguen este programa educativo en 110 centros públicos.

Para Isa, el inglés que aprenden sus hijos en el colegio no es suficiente. Por eso ha decidido que estudien una hora de inglés a la semana, cada uno con un profesor particular. En julio se van a un campamento, organizado por su propio colegio. Coste total de la operación: 3.000 euros al año.

"El sistema educativo debe dar el salto cualitativo y dejar de enseñar el inglés como lengua extranjera e impartirlo como una habilidad básica del sistema", subraya Miquel Berga, presidente de la Asociación de Profesores y Profesoras de Cataluña (APAC). El problema, según Berga, es que en la primaria y la secundaria hay mecanismos que garantizan el contacto con el inglés, pero en la universidad no. Hay distintas iniciativas que tratan de ponerle remedio. La Generalitat de Cataluña quiere que a partir de 2012, cuando acaben sus carreras los estudiantes que las empiezan ahora, deban acreditar su dominio.

Julie McGuiness abre la puerta al optimismo. Ella es teacher training de docentes universitarios que dan las clases en inglés y escritora de libros de texto de inglés. Dice que cada vez se trabaja más en la formación de los profesores y la mejora del material didáctico, pero lamenta que el maestro tenga que usar su tiempo libre para reciclarse. "Hay problemas a los que se enfrenta un profesor como los distintos niveles en una misma clase y la cantidad de alumnos por aula". Aún así, McGuiness considera que los alumnos que salen del bachillerato entran en la universidad cada vez con mejor nivel: "La formación del profesor de inglés es la clave, que sea español o nativo no es lo importante".

Las promesas electorales también ayudan a ser optimistas, aunque ni José Luis Rodríguez Zapatero ni Mariano Rajoy se manejan en esta lengua. Sólo uno de los cinco presidentes que han gobernado España desde 1975 dominaba el inglés: Leopoldo Calvo-Sotelo. Zapatero quiere que en 10 años los jóvenes hablen un inglés fluido. En cuatro años, esos mismos jóvenes tendrán que desarrollar el 15% de sus actividades académicas en este idioma. El PP prometía un curso de un mes en un país de habla inglesa del que se beneficiarían 1,3 millones de estudiantes cada verano.

La realidad es que más de 100.000 personas se presentan cada año en España a los exámenes de inglés de Cambridge ESOL, que certifican su nivel. Los exámenes más conocidos de nivel alto de Cambridge son el First Certificate, el Advanced y el Proficiency. El 70% de los alumnos que se presentaron en 2006 al First aprobaron. "El nivel de inglés en España ha mejorado considerablemente en los últimos 10 años", asegura Chris Hickey, director del British Council en España.

La Unión Europea medirá a partir de 2009 los conocimientos de los jóvenes comunitarios de entre 14 y 16 años en las dos primeras lenguas extranjeras que hayan aprendido. Así se espera conocer el nivel de idiomas, pero también qué países ofrecen los mejores programas. No todo el mundo es partidario de apostar por el inglés: "Debe de ser muy bueno para los negocios, pero no lo son todo en la vida; de hecho, están en las antípodas de la buena vida", asegura Jordi Llovet, catedrático de literatura comparada.

Otro freno histórico al impulso el inglés en España es que la televisión y el cine no se emitan en versión original. Finlandia y Holanda son un ejemplo a seguir. Ambos países, con un gran nivel de inglés, ven el cine y la televisión en versión original, con excepción de las películas infantiles, que sí las doblan. Un país con un idioma tan especial como el finlandés no tenía capacidad para doblar todo y, al final, la necesidad se transformó en virtud. Francia usa un sistema mixto: en París, las películas extranjeras se estrenan en versión original subtitulada pero siempre hay unas pocas copias dobladas al francés.

En España son pocas las opciones. A principios de los años cuarenta, Franco aprobó una ley prohibiendo las películas en versión original. El objetivo, defender el castellano. "A finales de los años 50, las distribuidoras norteamericanas intentaron exhibir dos películas, La ley de la horca y La Montaña Siniestra, en inglés y con subtítulos. Debió ser un fracaso comercial y no se repitió el tema", explica Fernando Méndez-Leite, director de la Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de la Comunidad de Madrid. Hubo que esperar hasta 1963 para ver en inglés West Side Story, musical de gran éxito. A mediados de los 60, la ley de salas de arte y ensayo permitió proyectar algunas películas de autor en versión original. El doblaje se afincó de tal forma en nuestra sociedad que ha llegado hasta nuestros días, dejándonos aislados. En Alemania o Italia siguen doblando filmes, pero vecinos como Portugal o países más pequeños ven absolutamente todo en versión original. Esto facilita la exposición al idioma y la identificación de sus sonidos desde edades muy tempranas.

"Es muy difícil volver atrás porque existe una actitud negativa del público. Además, las distribuidoras norteamericanas quieren doblar", asegura Mendez-Leite, un defensor de la versión original que considera un "crimen" ver una película doblada. Otro factor es que en España el sector de doblaje es muy potente. La recién aprobada Ley del Cine plantea una serie de incentivos y apoyos especiales a la versión original. "Sin embargo no existe ninguna previsión de prohibir el doblaje", aclara Fernando Lara, director del Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales. Para Joan Pera, la voz de Woody Allen en más de 25 películas, si hace 500 años que se traducen los libros, puede ocurrir lo mismo con las películas.

Las buenas noticias llegan del denominado gurú del inglés global y autor del libro English Next, David Graddol. "Históricamente España ha sido uno de los países más pobres en nivel de inglés; sin embargo, estamos observando un enorme cambio desde 2005, y en dos años vamos a ver más por la transformación de los profesores ingleses en las escuelas españolas. El proyecto de enseñar asignaturas en este idioma tendrá un efecto múltiple". ¿Por qué España lo tiene fácil? Según Graddol, saber claramente por qué idioma apuesta el país es una ventaja, así como tener zonas bilingües, como Cataluña y País Vasco.

Con estos precedentes haber nacido en un país anglosajón casi garantiza encontrar empleo en España. Mick O’Grady llegó a España de turismo y aquí sigue. Lleva 35 años dando clases de inglés, y el trabajo no se le acaba nunca. Siempre ha trabajado en el sector privado y siempre con alumnos adultos. O’Grady hace una diferencia básica: una cosa es estudiar inglés y la otra aprenderlo. No es lo mismo.

Los chavales de la comarca catalana de La Selva lo tienen más fácil que el resto gracias al millonario y empresario textil Joan Riera. Millonario y frustrado por haber viajado a Estados Unidos sin conocer el idioma. Riera le puso remedio. Murió en 1997 y legó 42 millones de dólares a la Generalitat para que los jóvenes de su comarca aprendieran inglés.

Fuente: El País

23 marzo 2008

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