Observaciones de aprendizaje de español para los extranjeros
(Específicamente los ingleses y los angloparlantes)
Por
Julia Halprin Jackson
Yo soy estadounidense. Hablo inglés y español. Trabajo como Auxiliar de Conversación en una escuela primaria muy internacional. Ayudo en las clases con los alumnos que están aprendiendo o mejorando su castellano. Trabajo con los de segundo, tercero, quinto y sexto. Mi experiencia como profesora bilingüe ha sido muy variable, porque mis funciones en cada clase cambian según las necesidades de profesor/a y sus alumnos/as. De hecho, mis funciones pueden ser dividas en tres maneras:
1. Trabajando individualmente con niños angloparlantes que están aprendiendo o mejorando su nivel de español. Trabajamos con fichas específicamente escritas para aprender español.
2. Ayudando y dirigiendo grupos de niños angloparlantes con fichas relacionadas a las que están utilizando el resto de la clase, pero con un énfasis en el uso de español y el crecimiento de vocabulario.
3. Traduciendo la lectura al lado de profesor/a mientras que él/ella está dando clase. Transmito la información inmediatamente en inglés, y enfatizo el concepto o tema de la clase, en vez de solamente el uso de español. Muchas veces, el/la profesor/a quiere traducciones para las clases más especializadas, como conocimiento del medio.
Yo he notado algunas ventajas y desventajas de mis funciones como tutora bilingüe, con referencia a la aprendizaje/crecimiento de conocimientos de español para los niños angloparlantes. Obviamente, la observación más importante es que cada alumno/a es un/a individual cuyo/a progreso está influido de varias cosas, pero he visto muchas reacciones a la lectura bilingüe que confirman mi opinión:
1. Muchas veces, trabajo individual funciona mejor que trabajo en grupo, para adquirir el idioma. Eso yo veo específicamente en las clases donde por lo menos la mitad de los alumnos/as hablan otro idioma. Muchos niños angloparlantes, cuando trabajan o juegan juntos, hablan inglés entre amigos, que tiene sentido, pero hace que no siguen el esfuerzo de hablar en español.
2. Si estoy trabajando en grupos, yo veo que es mejor clarificar todas las instrucciones inmediatamente, y a veces en inglés. Juegos de palabras, dibujos o asociaciones siempre funcionan mejor que miles y miles de fichas repetitivas.
3. Lo más difícil para mi es cuando los niños tienen muchas diferentes niveles o conocimientos de español. A veces tengo más éxito con los que son completamente nuevos y nunca han estudiado español antes, porque ellos se sienten una urgencia para comunicarse. Es más difícil cuando los alumnos/as están entre niveles (por ejemplo: se hablan/expresan bien, pero tienen problemas con lectura, o al revés, tienen vergüenza de hablar, o se burlan de su propio acento).
Cuando los angloparlantes (ingleses, escoceses, irlandeses, noruegos, daneses, alemanes, franceses, holandeses, finlandeses, suecos, suizos, galeses, a veces brasileños, rusos, chinos y japoneses) me ven, reaccionan en varias maneras:
- Me dicen “Hello, Julia!” y me hablan solamente en inglés. Me ven como una solución al problema que quizás tengan con español. Muchos de los angloparlantes me hablan mucho, casi demasiado, (más que con sus compañeros o profesores) porque pueden comunicarse ideas o historias conmigo más fácilmente que con los hispanohablantes. Se sienten esta urgencia de relatar todos los detalles y preguntas que no pueden o no quieren expresar en español.
- Me dicen “¡Hola, Julia!” y me hablan en español. Me ven como cualquier otro tutor, y cuando me acercan, hablan en español o una mezcla de español e inglés. Muchas veces los angloparlantes que nacieron en España, o ya llevan muchos años aquí, han mejorado o aprendido español al punto de que no se dan cuenta cuando hablan en inglés o español.
Hay muchos alumnos/as de este nivel entre inglés y español, quien ha esforzado mucho para hablar y mejorar su castellano. Yo he visto cambios reales en su manera de comunicarse en los seis meses que llevo aquí. Con ellos, intento hablar solamente en español. Muchas veces, ellos me hablan o me preguntan cosas en inglés, y yo les contesto en español. Esta escena pasa por lo menos una vez al día:
“Hello, Julia!” Un niño angloparlante me pregunta algo.
“Buenos días,” yo le respondo. “¿Qué tal?”
“But profe, I´m English!” Él o ella responde. O, aún mejor, otro compañero le dice al primero, “She´s American! She speaks English!”
Y yo siempre les respondo lo mismo:
“Pero hablas español, ¿no? Ya eres bilingüe.”
Para cada alumno/a que hace ese esfuerzo a mejorar su castellano, hay otro que me ve como su traductora personal, y apaga su mente español cuando voy a su clase. Hay varias razones porque un alumno/a y a casi bilingüe pararía de escuchar cuando ven una tutora que habla su idioma materno. Puede ser que realmente están perdidos en la lectura, que no entienden las instrucciones o el tema principal, y tienen vergüenza de pedir ayuda en español. También puede ser su forma de ganar atención; como cualquier otra persona, tiene una capacidad de manipular su situación y aprovechar lo que tiene. He tenido la sensación muchas veces que los alumnos que quieren ganar atención en esta manera intentan a fingir que su nivel de español no es suficiente para tener trabajo más sencillo o para ganar su propia maestra personal.
Este equilibrio entre pedir ayuda real y fingir una necesidad para ayuda me presenta una cuestión moral: ¿Cómo evalúo yo cuando un alumno/a realmente necesita ayuda con el idioma, y cuando la necesitan con el concepto? Me siento una gran responsabilidad cuando estoy enseñando, porque yo valgo la educación casi más que nada, y quiero y espero que los alumnos/as reciban lo que necesitan en el aula. Lo que pasa con el programa bilingüe es que siempre hay una carrera contra el reloj; que al final de la hora que tengo en cualquier clase, lo más importante es que los niños comprenden el tema del día, en español o inglés. Y mientras yo sé que la enseñanza de idiomas funciona lo mejor en un ambiente donde los alumnos tienen que expresarse en su segunda (o tercera...) idioma, he tenido muchas ocasiones cuando los profesores/as me han pedido enfatizar el tema de la hora, en inglés si es necesario, para que los niños, cuando salen del aula, recuerden el idea más importante.
El problema con este sistema es que los niños respetan y aman la rutina, y si yo empiezo una clase traduciendo o hablando en inglés, ellos mismos me van a esperar hacer lo mismo cada semana. No tengo problema con romper con lo normal y probar nuevas técnicas, y al mismo tiempo puedo entender, como extranjera, el deseo y alivio de expresarse en su idioma nativo.
La ironía de mi experiencia este año es que cuando salí de California, mi impresión era que yo iba a enseñar (o ayudar a enseñar) inglés en clases españoles. Cuando llegué a este colegio, hablé con el profesorado y mi coordinador, y nos dimos cuenta que para nuestro centro, la necesidad evidente no era de dar inglés tanto que dar español. Siempre digo que ya somos una escuela bilingüe, porque de todos modos hay 38 diferentes nacionalidades y la mayoría de los niños hablan u oyen más de un idioma al día. Nuestro reto como profesores y educadores es poner en práctica la ideología de la enseñanza bilingüe; que encontramos maneras de enseñar que utilicen los dos idiomas mientras que no perdemos tiempo con el currículo que tenemos que seguir.
Ahora que he explicado mi experiencia y mis impresiones, me gustaría compartir algunas sugerencias que mi coordinador de bilingüismo, David González Gallardo, el profesorado de nuestro centro, nuestro director de Interculturalidad, Luis Morales Orozco, y yo hemos contemplado para crear un centro bilingüe:
1. Lo que necesitamos, más que nada, son recursos prácticos que podemos utilizar en nuestro centro ya como es, y como será.
Por eso David y yo hemos escrito tres unidades didácticas que enfocan en temas culturales (Thanksgiving, Martin Luther King Jr. Day, y un libro americano que se llama The Berenstain Bears and Too Much Junk Food). Gracias al Internet, y los recursos educativos de varias empresas internacionales de enseñanza, hemos encontrado varias fichas que podemos asociar con los temas adecuados. Y porque nuestro centro ahora mismo no tiene un profesorado ya completamente bilingüe, David y yo hemos explicado todas las materiales en español. Nuestra idea es que los profesores/as podrían usar estas unidades como una guía para usar más inglés en el aula. También he traducido mucha información cultural relacionada con cada tema, y hemos escrito varias mandatos o explicaciones sencillas en inglés que el/la profesor/a podría usar cotidianamente.
2. La función del Auxiliar de Conversación debe ser flexible, pero con objetivos claros y establecidos.
Este ayudante debe hablar directamente con todos los profesores/as que piden su ayuda para clarificar exactamente cuáles son las necesidades de sus alumnos, y establecer algunas normas. Cuando yo empecé, era difícil saber cuando yo debería haber hablado en inglés, y cuando en español.
3. Los recursos y fichas bilingües que usaríamos en clase no deben servir como una traducción exacta al currículo español, ni tampoco como una tarea extra, pero como un complemento de las ideas más importantes.
El uso de inglés en la clase tiene que ser útil y práctico, así que queremos utilizar estos recursos como materiales culturales que podrían explicar algunas ideas internacionales a un colegio muy diverso.
4. Es imprescindible que el uso de inglés no llegue a ser más importante del uso de español, y mientras que los niños angloparlantes definitivamente pueden ayudar con la lectura inglesa, su necesidad de aprender y mejorar su castellano es tan importante.
Aunque nuestro colegio es bilingüe, también es una escuela española, y tenemos una responsabilidad como educadores enseñar nuestro currículo en español. Es muy importante que no perdamos los objetivos básicos de cualquier centro de educación durante nuestra búsqueda para bilingüismo; que todavía tenemos que hacer caso a las necesidades de los alumnos/as y sus familias, y ser abiertos y honestos con cada situación que surge.
No obstante, la idea de dar clase o complementar lectura en inglés (y en el futuro, otros idiomas también) es moderna y (yo pienso) muy útil. Es emocionante ver un niño de siete años que ya puede comunicarse y entender lectura en más de un idioma. La lección más real que he aprendido este año viene de un refrán que me dijo David:
Las cosas de palacio van despacio.
Necesitamos recursos, evaluaciones de niños, padres y madres, profesores/as, y expertos lingüísticos, pero más que nada, necesitamos paciencia, esfuerzo y esperanza.
Julia Halprin Jackson
CEPR El Chaparral
España